UNAM

Universidad Nacional
Autónoma de México

Coordinación de Humanidades

Dr. Rubén Bonifaz Nuño

Coordinación de Humanidades
01:06
Qué fácil sería para esta mosca
(Los demonios y los días)
01:36
Para los que llegan a las fiestas
(Los demonios y los días)
01:30
Siempre ha sido mérito del poeta
(Los demonios y los días)
01:10
Cuál es la mujer que recordamos
(Los demonios y los días)
01:03
No es una desgracia abrir los ojos
(Los demonios y los días)
05:01
He detenido la respiración
02:00
Nadie sabe
01:30
Volaron águilas
(Fuego de pobres)
01:57
Hoja al aire
01:57
Era también de fuego
(Fuego de pobres)
02:06
Viéramos, amarilla, construirse
(Fuego de pobres)
02:30
Área sonante
(Fuego de pobres)
03:12
Amenazados, contundidos
(Fuego de pobres)
01:52
No me ilusiono
(Fuego de pobres)
02:00
Hervor de calles
(Fuego de pobres)
01:52
Ábrase el fuego
(Fuego de pobres)
02:18
Crece la torre nueva en el naufragio
(Fuego de pobres)
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"Para la UNAM y para la inteligencia y sensibilidad de los mexicanos, esta es una pérdida de enormes proporciones, Bonifaz es insustituible".
                              José Narro Robles

Rubén Bonifaz Nuño, el alto poeta y decano de las letras mexicanas, ha partido. Hoy, sobre la barca de Caronte ya transcurre lontananzas. Llegará, seguro, a donde moran los clásicos.

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Homenaje a Rubén Bonifaz Nuño

"Y tú tan tranquila. Me acabaste;
ni adiós me dijiste...

Lectura de poemas

Juan Gelman | Eduardo Lizalde | Vicente Quirarte

Jueves 4 de abril, 18:00 horas, Sala Nezahualcóyotl,
Centro Cultural Universitario, Ciudad Universitaria, México, D.F.

Entrada libre. Cupo limitado

PROGRAMA

1. Presentación

2. Semblanza (video)

3. Lectura de textos

Los amigos, René Avilés Fabila
El poeta, Marco Antonio Campos
Los clásicos, Bulmaro Reyes Coria
El escritor, José Carreño Carlón
La cultura nacional, Rafael Tovar y de Teresa
El humanista y el universitario, José Narro Robles

4. Pieza musical
Música veracruzana
(Escuela Nacional de Música)

5. Lectura de poesía
Juan Gelman, Eduardo Lizalde, Vicente Quirarte

6. Pieza musical
Música popular
(Escuela Nacional de Música)

7. Lectura de poesía
Juan Gelman, Eduardo Lizalde, Vicente Quirarte


Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510 Ciudad de México, Distrito Federal
01 55 5622 7113

Croquis de Acceso

Rubén Bonifaz Nuño: la poesía

De su poesía, José Emilio Pacheco y Alí Chumacero, en la antología Poesía en movimiento, apuntaron: "la formación humanística lleva a Rubén Bonifaz Nuño hacia una poesía de síntesis en que se concilian el rigor clásico y las palabras en libertad, el oscuro y muchas veces atroz universo náhuatl y la tradición grecolatina [...] El idioma dócil y tenso se ciñe con la misma precisión al canto de la cólera o la ternura, la esperanza o la melancolía, el amor o la soledad sin remedio".

Pero su lirismo también se nutrió de un delicado manejo de la expresión popular. En su último libro, Calacas, el poeta acomete con el imaginario popular su tránsito hacia la otra orilla: "Ya ni la amuelas, Flaca; embistes / en guerra contra un montón de harapos". Y se ofrenda de una vez por todas con la juerga de quedar frente a la noche eterna con papel picado: "En tu frente de azúcar llevas / un letrero: mi nombre".

Al margen del acopio de sus poemas en varias antologías, su obra poética se concentra en:

La muerte del ángel (1945)

Imágenes (1953)

Los demonios y los días (1956)

El manto y la corona (1958)

Canto llano a Simón Bolívar (1958)

Fuego de pobres (1961)

Siete de espadas (1966)

El ala del tigre (1969)

La flama en el espejo (1971)

Tres poemas de antes (1978)

As de oros (1981)

El corazón de la espiral (1983)

Albur de amor (1987)

Pulsera para Lucía Méndez (1989)

Del templo de su cuerpo (1992)

Trovas del mar unido (1994)

Calacas (2003).

(fragmento)

Hiel del macho hasta el fondo; bilis
negra del macho desde el fondo; amargo
tizón viril del que se aguanta,
por dentro, los filos y el resuello.
Resquemor mexicano en las espinas
de lujo. Si me viene guango.
Si te fuiste. Si me importa madre

Siete de espadas, 1966

Poema 10


(fragmento)

Amargo es perder a un amigo,
o desde una esquina en la noche
mirar alejarse a la mujer que nos deja.
Pero se tolera bien, se soporta.

Es horrible, es ávido sin remedio
el terror que asalta de repente
los huesos, congela nuestras entrañas,
cuando nos ocupa el pensamiento
de que han de morir, antes que nosotros,
aquellos que más hemos querido


Los demonios y los días, 1956

Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.
Habré yo muerto y seguiré cantando.
Ha de sonar mi voz de vida, cuando
la muerte en celo me haya descubierto.
Como surgidas del sepulcro abierto,
mis palabras; en ellas, abrasando,
irá este amor, hoy pasajero y blando;
entonces ya, definitivo y cierto.
Y nosotros, ya entonces, ni siquiera
huesos ni polvo ni recuerdo, juntos
estaremos. Es triste nuestra vida.
Sólo mi voz hará la primavera
que quisimos; los cálices difuntos
que arderán con tu nombre y su medida.

Amiga a la que amo


(fragmento)

Amiga a la que amo: no envejezcas.
Que se detenga el tiempo sin tocarte;
que no te quite el manto
de la perfecta juventud. Inmóvil
junto a tu cuerpo de muchacha dulce
quede, al hallarte, el tiempo.
Si tu hermosura ha sido
la llave del amor, si tu hermosura
con el amor me ha dado
la certidumbre de la dicha,
la compañía sin dolor, el vuelo,
guárdate hermosa, joven siempre


El manto y la corona, 1958

(fragmento)

Desde la tristeza que se desploma,
desde mi dolor que me cansa,
desde mi oficina, desde mi cuarto revuelto,
desde mis cobijas de hombre solo,
desde este papel, tiendo la mano.

Ya no puedo ser solamente
el que dice adiós, el que vive
de separaciones tan desnudas
que ya ni siquiera la esperanza
dejan de un regreso; el que en un libro
desviste y aprende y enseña
la misma pobreza, hoja por hoja


Los demonios y los días, 1956

(fragmentos)

Qué ganas de ponerte freno,
de estarse un día sin tu abuso;
de mandarte, y que hicieras caso:
Engarróteseme áhi, Pelona.
Pero como el heno, a la mañana,
verde, seco a la tarde, es este
camino en tranvía sin paradas.

Adelanta la pantomima:
igual que a las torres de los reyes
y a los jacales de los pobres,
con equitativo pie a mi puerta,
tin tin, están llamando ahora;
sé quién es, tin tin, y me resisto
a abrirle, y estoy, tin tin, abriéndole


Calacas, 2003

Rubén Bonifaz Nuño: los clásicos


En la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana -que tiene el carácter de ser la única en Latinoamérica de textos clásicos en su idioma original con su respectiva traducción al castellano, y la cual forma parte del Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades-, Rubén Bonifaz Nuño editó más de una veintena de traducciones, entre las que se encuentran obras de Homero, Píndaro, Eurípides, Ovidio, Virgilio, Catulo, Horacio, Lucrecio.

De su trato con los clásicos, en 2005, dijo en entrevista para Humanidades y Ciencias Sociales: "La traducción es un trabajo relativamente fácil si uno mismo se borra del trabajo y deja que el autor pase a través de uno, como pasa la luz a través de un vidrio. El poeta mismo se va revelando, y uno simplemente está sirviéndole como instrumento para que lo haga lo mejor que pueda en la pobre lengua que uno está hablando".

Rubén Bonifaz Nuño: las humanidades


Hijo de Rubén Bonifaz Rojas, telegrafista de Córdoba (Veracruz) y de Sarah Nuño Scott, Rubén Bonifaz nació en esa ciudad el 12 de noviembre de 1923. Aunque parte de su educación elemental tuvo lugar en el estado de Chiapas, su formación profesional y humana la realizó en la Ciudad de México, siempre en escuelas oficiales: primeros estudios en la Escuela Porfirio Parra y en la Secundaria número 10. La Universidad lo recibe en 1940, cuando ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria. De 1943 a 1947 estudia en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde obtuvo su título de Licenciado en Derecho en 1950. Trabajó como litigante, pero su vocación humanista lo llevó a obtener la maestría (1968) y el doctorado (1971) en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, institución a la cual ha dedicado sus mejores energías en todos los terrenos: docencia, investigación y difusión de la cultura.

Ha sido profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, investigador y luego director fundador del Instituto de Investigaciones Filológicas; fue director general de Publicaciones, ocupó la Coordinación de Humanidades en varias ocasiones y fue miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad. Durante su gestión como Coordinador de Humanidades intervino de manera directa en la creación de los siguientes centros de investigación filológica: Centro de Lingüística Hispánica, Centro de Traductores de Lenguas Clásicas y Centro de Estudios Mayas. En 1973 unió estos centros y el de Estudios Literarios, para constituir el Instituto de Investigaciones Filológicas.

Entre las múltiples distinciones académicas y honoríficas a que se ha hecho acreedor, pueden mencionarse: el Premio Nacional de Letras (1974); la Orden del Mérito de la República Italiana en grado de Comendador (1977); diploma de honor del XXXII Congreso Capitolino de Roma (1981); Premio Latinoamericano de Letras "Rafael Heliodoro Valle" (1981); el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Colima (1984); el Premio Internacional Alfonso Reyes (1985); el premio "Jorge Cuesta" (1986) y el doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (1985). Desde 1963 es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, y a partir de 1972, de El Colegio Nacional. Es investigador nacional, investigador emérito de la UNAM, y Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades (1990).

Si, como quería Alfonso Reyes, la forma de ser genuinamente mexicano se logra mediante la posesión de una perspectiva universal, en Rubén Bonifaz Nuño se concentran los mejores anhelos de los hombres a ambos lados del océano; de tal modo, en su formación confluyen las herencias de nuestra cultura indígena y del conocimiento occidental. Su fervor filológico, su amor por la verdad, lo convierten en un humanista universal de la estirpe de los sabios renacentistas.

Su insuperable trabajo de traductor no se ha limitado a verter a nuestro idioma los trabajos y los días de la cultura grecolatina. Poeta sobre todas las cosas, ha querido mantenerse fiel al ritmo y la música originales que animaron las composiciones de Virgilio, Lucrecio, Propercio, Catulo o Píndaro. La colección bilingüe que dirigió, editada por la Universidad, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum, le debe algunas de las traducciones -versiones rítmicas, como él prefería llamarlas- más afortunadas a nuestro idioma. Por el amplio espectro que cumplen, por la copiosidad de las traducciones y las notas y ensayos que acompañan a estas obras, la aventura intelectual de Rubén Bonifaz Nuño no tiene paralelo en lengua española. Ensayista de fina penetración, algunos de los prólogos que acompañan a sus traducciones, más tarde se han convertido en libros. Tal es el caso de Los reinos de Cintia, dedicado a Propercio, y Cayo Valerio Catulo: El amor y la cólera.

Consciente de la trascendencia de nuestro sustrato indígena, Rubén Bonifaz Nuño se ha constituido en defensor de los valores de nuestros antepasados, y en detractor de argumentos que parecían definitivos. Sus trabajos sobre el arte autóctono lo han llevado a ser uno de los estudiosos más finos y originales. En los libros El arte del templo mayor y Escultura azteca en el Museo Nacional de Antropología ha rendido el homenaje del erudito y del poeta a la lapidaria de los antiguos mexicanos, en textos donde el objeto verbal es paralelo a la pieza acumuladora de energía que llega hasta nosotros a través del tiempo. Más polémico aún, en Imagen de Tláloc y Hombres y serpientes, ha obligado a reconsiderar argumentos, que parecían incontrovertibles, sobre representaciones náhuatls y olmecas. Fundador y director del Seminario de Estudios Prehispánicos para la Descolonización de México, Bonifaz Nuño libra un combate permanente para mirar nuestro pasado indígena con ojos libres de prejuicios.

En 1979, el Fondo de Cultura Económica reunió, bajo el título De otro modo lo mismo, la obra poética de Rubén Bonifaz Nuño. Desde sus primeros libros, Imágenes y La muerte del ángel, el poeta evidenciaba su sólida formación clásica. Pero es a partir de Los demonios y los días (1956) -clara alusión a Los trabajos y los días de Hesíodo- cuando Bonifaz Nuño encuentra su propia voz: la denuncia del hombre que desea compartir su desamparo particular, que es desamparo de todos. Este equilibrio entre el amor y la cólera alcanza cima espléndida en Fuego de pobres (1961), donde la ciudad es escenario del combate, pero también territorio para el encuentro y la alianza. Siete de espadas (1966) y El ala del tigre (1969) conjuntan símbolos del universo náhuatl y la cultura clásica. En As de oros (1980), mediante el manejo de varias voces reales e imaginarias, Bonifaz insiste en sus temas fundamentales: la fundación de la ciudad, el heroísmo del amor, la permanencia del hombre.

Poeta del amor, Bonifaz Nuño escribe una poesía de conversación íntima en El manto y la corona (1958), tamizada después por el hermetismo luminoso de La flama en el espejo (1971). La mujer como generadora de la vida es patente en El corazón de la espiral (1983) y en Pulsera para Lucía Méndez (1988). Resumen de las concepciones occidentales del amor, en Albur de amor (1987) Bonifaz Nuño alcanza su tono mayor: clasicismo y popularismo, conversación cotidiana e idealización culterana, los poemas de este libro lo revelan como un maestro de la forma y un conocedor de los pliegues del corazón humano.

Como estudiante, primero de la Facultad de Derecho y más tarde de la Facultad de Filosofía y Letras, Rubén Bonifaz Nuño supo que pensar para sí era una tarea que precisaba pensar para los otros. Sus compañeros de escuela recuerdan su prodigiosa capacidad de retención que lo llevaba a memorizar, minutos antes de la clase, lo mismo los artículos de un código que las declinaciones latinas. Y siempre, en todo momento, el conocimiento que se derrama en los otros, sin alardes ni superioridad, con la convicción de que la humildad es la forma suprema y única del orgullo.

Quienes hemos tenido oportunidad de aprender de él, agradecemos sus lecciones invaluables de métrica, sus observaciones morales, sus consejos de amigo, su cortés sabiduría, virtudes todas orquestadas por la convicción de que si la Universidad es en ocasiones rechazada por la sociedad, en ella se encuentran y se forman algunos de los mejores hombres del país.

En varios de sus poemas y en la diaria conversación, Rubén Bonifaz Nuño practica la ironía como una de las mejores cualidades del hombre. La ironía es una forma del heroísmo; merced a ella, el hombre aprende a reírse de sí mismo y, por tanto, a reírse con el mundo, a ser digno de la vida. Rubén Bonifaz Nuño sabe, como su admirado Charles Schulz, padre de Carlitos Brown, que la vida es muy importante para tomarla en serio. Sus colegas y alumnos que hemos tenido oportunidad de aprender a su lado, queremos creer que una de las grandes lecciones de Rubén Bonifaz Nuño consiste en no tomarnos en serio, para mejor respetar la dignidad del hombre. No deslumbrarnos ante la solemnidad de las apariencias es uno de los secretos para vislumbrar la luz de la verdad y del conocimiento.


Vicente Quirarte

Rubén Bonifaz Nuño: la Universidad


Córdoba, Veracruz, lo vio nacer el 12 de noviembre de 1923 y lo vio partir al promediar los años treinta, cuando el joven poeta viajó a la capital del país para cursar sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria y continuar después su carrera de leyes en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, hoy Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

No obstante que su quehacer académico e intelectual lo desarrolló en varias instituciones culturales: El Colegio Nacional, la Asociación Internacional de Hispanistas y en las academias Mexicana de la Lengua y Latinitati Fovendae de Roma, entre otras, Bonifaz Nuño realizó la mayor parte de su trabajo humanístico en la UNAM.

Si bien declaró, al recibir el Premio Nacional de Ciencias, Letras y Artes en 1974, que todo cuanto había hecho se lo debía a su alma mater, muy atinado es señalar que su presencia en la máxima casa de estudios coadyuvó a fortalecerla a través de los cargos directivos que ejerció en ella, de su prolongada labor docente, así como de sus traducciones de los poetas grecolatinos, y, paralelamente, contribuyó sobremanera a su realce al crear una de las obras poéticas más importantes de las letras hispanoamericanas modernas.

Desde 1960 fue profesor de latín en la Facultad de Filosofía y Letras y formó parte de su Comisión de Planes de Estudios del Colegio de Letras Clásicas. En 1973, fundó el Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl), manteniéndose al frente de él hasta 1985. Fue director general de Publicaciones y presidió el Seminario de Estudios para la Descolonización de México. De 1966 a 1977, se desempeñó como coordinador de Humanidades. A partir de 1970 dirigió la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, y en los últimos años en codirección con Bulmaro Reyes Coria.

Rubén Bonifaz Nuño: los reconocimientos


A sus trabajos y sus días llegaron los premios. Su generosidad intelectual mereció, además del Premio Nacional de Ciencias, Letras y Artes, la Orden al Mérito en el grado de Comendador (Italia, 1977), el Premio Internacional Alfonso Reyes (1984), el Premio Jorge Cuesta (1985), el Premio Universidad Nacional (1990), la Medalla Conmemorativa del Palacio de Bellas Artes (1997), y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde (2000).

Al recibir el primero de los galardones mencionados, dejó constancia de otra 'cartilla moral', sucinta, pero perfecta guía de humanismo: "La obligación del hombre de cultura, matemático, literato, médico, sociólogo, es consagrarse a ser maestro de sus hermanos menos afortunados; alentarlos y fortalecerlos para sus justas luchas; dotarlos de las armas de la paz y la conciencia; situarlos en la atmósfera de la ley que establece la dignidad y el respeto del hombre por sí mismo".